miércoles, 10 de agosto de 2011

AMBROSIA



                                                                      A mi querido Francisco
  

  Aromas de caña visitan la cocina, esos que guardan sabores e historias añejas de dulce algarabía. Aún conservan su magia y dibujan siluetas dormidas.
  Todavía, aquellas manos de sol, las recuerdo: su intenso calor, dando al maíz su figura; sus dedos de miel; sus hondas arrugas. Más que nadie, ellas sabían, lograr mi atención.
  Ahora que vuelvo, que busco en su libro, descubro las huellas del tiempo de almíbar. Susurro su nombre, reviso sus notas y celebro la vida.
  Se consume el azúcar. Se alzan los azahares. Se doran las harinas. Se fuga el perfume de amada ambrosía.
Adiós. Hasta pronto. Memoria. Sonrisa. Receta de un siglo. La infancia y su alegría.